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sábado, 28 de enero de 2012

Ya te quiero

  ¿Sabes? Ya si te quiero...
¿Ya? ¿Y eso?
  No se… Me he dado cuenta hoy.
Me alegra… Yo también te quiero.
♥ ¿Cómo? ¿Así de poco? – le muestra una cantidad pequeña con sus dedos.
 ♥ No, espera – ella le agranda un poco la distancia entre los dedos – así.
Las dos sonríen y se besan. Un beso suave, tierno, perfecto. Perfecto en ese momento tan especial e inolvidable.
Preciosa la primera vez que te dicen te quiero cuando lo sienten de verdad. Precioso el momento, el sitio justo donde nos dimos el primer beso. Preciosas las miradas que se cruzan tras decir esas palabras; y precioso el beso dado tras acabar de intercambiar las sonrisas. Pero más preciosa eres tú. Preciosa en todos los sentidos. No tengo palabras para describirte, tampoco creo que existan. Todos los adjetivos, todos los comparativos de superioridad y todos los superlativos, tanto  absolutos como relativos, se te quedan pequeños.
Sé que estas palabras no tienen ni punto de comparación con las tuyas, con tus escritos, con tus “cartas”. Y lo siento, pero necesito escribir sobre ti. Desahogarme de alguna manera cuando no te tengo, ya que cuando no estás delante, no paro de pensar en ti, es inevitable. Al igual que el necesitarte como un amuleto de la suerte. Sí, eres mi amuleto de la suerte. Indispensable para que todo me vaya bien, para que no me falte la felicidad en mi vida. ¿Qué digo? Si mi felicidad eres tú. 

martes, 3 de enero de 2012

Maravilla.

La gente piensa que el sentimiento más extraordinario, el motor de la existencia del ser humano, es el amor. Me he enamorado muchas veces, sentí el aliento de la persona que amaba, anduve bajo la lluvia de su mano, reí, hice el amor hasta agotarme, regalé sonrisas cuando me regalaron besos, y suspiros al regalarme abrazos, he estado domingos bajo mantas viendo cine malo, y horas esperando a que llegue una hora. Pero también he sufrido, he llorado, y se ha roto el envoltorio de mi corazón. Soñé sueños que resultaron no existir nunca y tuve que aprender a olvidar aquel aliento, aquella lluvia e incluso aquellas sonrisas. He vivido mucho más de lo que pude imaginar vivir con mi edad. Manejo la experiencia que me brindaron mis errores, y no me arrepiento de ninguno de ellos pues todos me ayudaron a ser lo que soy hoy. Y con esta experiencia puedo finalizar afirmando que no puede haber otra cosa mejor de la que enamorarse, que de la vida misma.